Las aplicaciones en salud siguen creciendo en prestaciones y en calidad científica. La prueba es que la FDA norteamericana ha autorizado un medidor de glucosa en el iPhone, iBGStar, lo que puede revolucionar el control de los pacientes diabéticos, ya que no es necesario comprar dispositivos adicionales, se lleva consigo en todo momento y se pueden transmitir los índices de glucosa al instante al centro de salud o especialista que esté controlando al paciente.
«Queríamos estar seguros de que los pacientes tienen todas las herramientas disponibles en el bolsillo», señala Joseph Flaherty, de AgaMatrix, el fabricante del iBGStar.
Además de ayudar al control de los pacientes crónicos, los smartphones puede ayudar en situaciones de emergencia, como le sucedió al cardiólogo Eric Topol, que utilizó su teléfono inteligente para comprobar el latido irregular de un compañero de viaje en un avión a 30.000 pies de altura, y para tuitear «no se requiere aterrizaje de emergencia».
Sin embargo, aún quedan muchas dudas por despejar sobre la fiabilidad de muchas aplicaciones. Y en el caso de España, el Ministerio de Sanidad ya ha manifestado que no está por la labor de certificar su validez. Tan sólo Cataluña y Andalucía están dando pasos en ese sentido. Y sin un amparo nacional, la cuestión es ¿se necesitarán 17 aprobaciones para dar por válida una aplicación?
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