La capacidad de las redes sociales para movilizar conciencias en salud se ha puesto de manifiesto con la vida de Pablo Ráez, un joven atleta marbellí que falleció el pasado sábado y que consiguió multiplicar las donaciones de médula ósea un 1.300% en Málaga, y en el conjunto de España. Su optimismo y su campaña para favorecer las donaciones, con el hashtag #retounmillón, logró contagiar a cientos de miles de personas, muchas de las cuales le acompañaron en su despedida, pero otras muchas han continuado su causa, como ha pedido su familia. Su perfil de Instagram creció en 100.000 seguidores en apenas dos días, pasando a más de medio millón. Un fenómeno similar ocurrió con su página de Facebook.
Pablo sólo tenía 20 años y no era una estrella mediática ni un youtuber, sino tan sólo un chico amante del deporte y con una actitud positiva que no le abandonó incluso en los momentos más duros de su leucemia, que le diagnosticaron con 18 años. Sufrió la quimioterapia y un trasplante de médula de su padre. Cuando a los 10 meses la enfermedad reapareció lanzó la campaña por la donación de médula, con una carta que se hizo viral, encabezada por una frase que le ha identificado, “siempre fuerte”, junto con el gesto característico de brazo flexionado. “No sabéis lo importante que es la donación, teniendo en cuenta que somos 46.000.000 de personas en España y solo hay 250.000 donantes”, decía. Miles de personas se hicieron eco de sus emotivos posts. Y con ellos llegaron los medios de comunicación y el apoyo de personajes conocidos como Iker Casillas o Dani Rovira.
En noviembre recibió un nuevo trasplante de células madre pero su cuerpo lo rechazó en enero. Su cuerpo se debilitaba mientras su causa crecía, con el hashtag #donamédula. A su muerte, políticos de todo signo, incluyendo el presidente del Gobierno, se han lamentado de su pérdida y congratulado de su lucha.
Para ser donante de médula hay que tener entre 18 y 55 años e inscribirse en un centro de transfusión o en alguna de las campañas organizadas por instituciones como la Fundación Josep Carreras, que cuenta con un registro nacional, REDMO, que a su vez forma parte de uno internacional. A los candidatos se les extrae una muestra de sangre para comprobar la compatibilidad con algún paciente que lo necesita y si eso ocurre se realiza la extracción.