La reputación on line es un concepto de vital importancia para el profesional de la salud, como ya hemos analizado en varias ocasiones en este blog, incluyendo valoraciones de expertos del sector sobre este asunto. Pero hasta ahora no habíamos insistido en la importancia cada vez mayor que están cobrando las opiniones de los pacientes en la generación de esta reputación.
Según las conclusiones de un estudio reciente de la Brigham Young University, alrededor del 50% de los pacientes reconocen leer opiniones on line antes de decidir acudir a la consulta de un médico, aunque sólo un 10% admiten escribir este tipo de valoraciones. Otra encuesta realizada en 2012 por Nielsen revelaba que el 70% de los consumidores de Internet creen que las opiniones on line escritas por pacientes sobre sus médicos son fuentes de información muy fiables.
Por lo tanto, la credibilidad y el prestigio de la práctica médica dependen cada vez más de las opiniones expresadas por los pacientes en webs como Doctoralia o Más qué médicos, por citar dos de las más célebres en España. Ante este hecho, el profesional de la salud, para protegerse de las críticas negativas, debe tener una estrategia bien definida que le permita mantener un perfil on line activo y beneficioso, así como saber lo que se dice de él en cada web o red social. Sin embargo, el médico no suele tener tiempo suficiente para ello, ni es de su competencia saber qué estrategia necesita llevar a cabo para cuidar su reputación on line. El mejor consejo es que acuda a una agencia de comunicación para que defina y ponga en marcha la estrategia on line más adecuada a sus intereses, se encarge de monitorizar lo que se dice de él y le ayude a mejorar su reputación a corto y largo plazo. Ello redundará en más pacientes que acudirán a su consulta y más satisfechos.
El paciente clásico era sumiso y obediente, pero eso está cambiando y debería ser asumido por los profesionales médicos. Cada vez más el paciente se informa y lo hace con responsabilidad, sin embargo algunas veces puede costarle caro en la consulta. En ocasiones el desacuerdo con las indicaciones terapéuticas, la exigencia de explicaciones ante un tratamiento o una cirugía, el descontento por una atención deficiente que se expresa, etc pueden estigmatizar al paciente mediante el recurso informático FLASH (o similares) que se activa en el historial clínico de aquel a quien se considera «PACIENTE DIFÍCIL».
Lástima que un recurso ideado para proteger a los profesionales sanitarios de potenciales agresiones haya terminado convirtiéndose en una herramienta para «marcar» a pacientes que ejercen sus derechos.
Saludos.