Diversas experiencias en los últimos años han demostrado la utilidad de la historia clínica electrónica en el proceso asistencial. Trabajos como el realizado por el servicio de Urología del Hospital Virgen del Camino (Pamplona) tras 8 años de experiencia con la HCE ya demostraron que «una HCE con múltiples funciones permite disponer de guías accesibles para la práctica clínica, la disminución de la variabilidad de la práctica clínica y una mejor información al paciente. Al poder explotar datos y apreciar los resultados de la actividad, se convierte en un instrumento fundamental para la mejora asistencial». Pues bien, ahora un estudio de la consultora Accenture destaca que el 96% de los españoles desearía tener acceso a su HCE, pese a que únicamente el 33% poseen acceso efectivo. Además, el 87% de los médicos también piensan que los pacientes deberían poder acceder a su HCE (aunque no el pleno acceso).
Un dato preocupante del informe es que la mayoría de los españoles no puede acceder a su información médica, pedir recetas de forma electrónica, comunicarse con su médico o centro por e.mail o recibir recordatorios on-line.
Ante estos datos nos preguntamos: si los profesionales sanitarios y pacientes están convencidos de su utilidad, clave para mejorar la calidad de la atención médica y existe un proyecto del SNS en tres fases muy avanzado en algunas comunidades, ¿por qué la implantación efectiva está siendo tan lenta y con tantas desigualdades entre territorios? ¿Qué agentes sociales necesitan ser concienciados todavía de su utilidad? Y no miraremos a países de nuestro entorno porque las comparaciones pueden ser odiosas.
Yo tengo contratado este servicio con una empresa médica y la verdad es que no he tenido ningún problema, supongo que será porque es privada y tiene que estar más pendiente de sus servicios.