La comunicación con el paciente y entre profesionales vía online, la historia clínica electrónica, el apoyo a la consulta con aplicaciones, la teleasistencia y el uso de dispositivos móviles en salud son algunas posibilidades de lo que se conoce por salud 2.0 y eSalud, y que han demostrado beneficios tanto en la clínica (reducción de errores, adherencia del paciente, excelencia en el tratamiento) como en la gestión (ahorro de costes y tiempos, más eficiencia). Sin embargo, todavía existe una brecha digital entre profesionales y centros que deciden innovar y una gran mayoría que sólo utiliza una parte de las posibilidades que ofrecen las redes sociales y la tecnología móvil. ¿A qué se debe?
La falta de evidencia no es una excusa. La revista PLOS Medicine ha publicado un metaanálisis en el que se revela que la incorporación de tecnología móvil en salud consigue beneficios en el diagnóstico y la gestión asistencial, y en concreto cita los recordatorios vía SMS y la transmisión de imágenes.
En España, según los resultados del estudio Aplicaciones Médicas para smartphones de ayuda al diagnóstico y prescripción en consulta, realizado por la Unidad de Innovación del Instituto Ramón y Cajal de Investigación Sanitaria (IRYCIS), la adopción de aplicaciones móviles en la consulta puede suponer un ahorro de tiempo a cada médico de entre 90 y 120 minutos por semana. El estudio, realizado con la aplicación iDoctus, mostraba una aceptación total: el 34% de los médicos estaban satisfechos con el uso de la aplicación en consulta y delante del paciente y el 66% muy satisfecho.
En el caso de las aplicaciones para profesionales, el estudio español revelaba que una dificultad para su extensión es la fragmentación de las mismas. El 58% reconocía que es incapaz de mantenerse al día con muchas apps dispersas, mientras que el 94% asegura preferir utilizar una sola aplicación con toda la información relevante y múltiples funcionalidades. Las principales fuentes de impacto de la utilización de aplicaciones médicas en consulta son la mayor disponibilidad de información (91% de los médicos), el incremento de la seguridad en el diagnóstico y la prescripción (89%) y el ahorro de tiempo (87%).
Con varios cientos de appsalud disponibles tan sólo para médicos (más de 10.000 para pacientes) la certificación por parte de las autoridades sanitarias de aquellas que cumplen los requisitos de actualización, utilidad, usabilidad y aval científico podría servir de guía a los profesionales. La FDA norteamericana y el NICE británico ya están trabajando en ello. Sin embargo, el Ministerio de Sanidad español ya ha manifestado públicamente que no tiene intención de hacerlo y deja ese ámbito a las comunidades autónomas. Andalucía y Cataluña ya están trabajando en ello pero ¿tiene sentido certificar una aplicación en 17 comunidades?
Otro obstáculo en la generalización de tecnología móvil, la llamada mHealth, es que depende, en muchas ocasiones, de la voluntad del profesional sanitario, no de su centro. Una reciente encuesta realizada por Deloitte en Estados Unidos ha encontrado que el principal freno en el uso de la tecnología móvil en la consulta por parte de los médicos es tener que utilizar su propio dispositivo en lugar de uno facilitado por el centro de trabajo. En concreto, del 57 % de los médicos que no utilizan sus dispositivos móviles para fines clínicos, el 44 % argumentó que su trabajo no proporciona dispositivos móviles y que están dispuestos a utilizar su propio, el 29 % estaban preocupados por la privacidad de los pacientes, y el 26 % dijo que las aplicaciones y programas disponibles no se adaptan a sus necesidades. Sin embargo, 22 % de los no usuarios indicó que tenía previsto utilizar la tecnología móvil de salud en el futuro.
En la encuesta también se vio que en los hospitales en los que había empezado a implantar la historia clínica electrónica, los médicos eran más propensos a emplear las tecnologías móviles de salud y digitales. Por ejemplo, el 37 % de los médicos de esos centros se comunican con los pacientes por correo electrónico o de texto en comparación con el 27 % de quienes no trabajan en centros en los que se había implantado. Las diferencias se multiplicaban entre unos y otros en la repetición de recetas en formato digital a crónicos (26% frente al 5%) y, sobre todo, con respecto a los pacientes. Sólo un 2 % podía, a través de sus dispositivos móviles, programar sus visitas, pagar su consulta o acceder al resultado de sus pruebas o registros en aquellos hospitales sin historia clínica electrónica, frente al 19 % en los centros en que estaba implantado.