El paciente empoderado es una realidad, ha llegado para quedarse y cada vez es más protagonista. Esto no es una opinión, sino un hecho. Un hecho constatado por estudios como «Los ciudadanos ante la e-Sanidad», realizado  por el Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información (ONTSI) y de la Dirección de Programas de la Entidad Pública Empresarial Red.es, del Ministerio de Industria, Energía y Turismo. Según los resultados del mismo, cada vez son más los pacientes que utilizan Internet para temas relacionados con salud, buscando información sobre enfermedades (40%), nutrición, alimentación y estilos de vida saludables (16´8%) y medicamentos (16%).
Además, al 74% de los españoles les gustaría acceder por Internet a su historial clínico, según el III Estudio Bupa-Sanitas Health Pulse. Este informe recoge las tendencias en el cuidado sanitario de más de 14.000 adultos encuestados en 13 países del mundo. Los datos de este estudio son ún más contundentes en la reafirmación del paciente empoderado al concluir que la mayoría de la población (84%) accede a la red para temas relacionados con la sanidad. A 7 de cada 10 españoles (74%) les gustaría poder disponer de un acceso seguro en Internet donde puedan acceder a su historial médico o a los resultados de sus pruebas médicas. Y el 60% de encuestados quisiera poder comunicarse directamente con su doctor vía email y al 58% les gustaría hacerlo a través de un chat online. Y aún hay más,  pues el 57% de los españoles quisiera poder contar con un servicio de consulta online, que les permita enviar una imagen por Internet a un profesional médico para obtener un diagnóstico de su estado de salud.
Y si echamos un vistazo a los datos del país que está a la vanguardia en Salud 2.0 y en la digitalización de todo el proceso de asistencia sanitaria, véase Estados Unidos, los datos son ya simplemente abrumadores: 1 de cada 3 americanos adultos ha consultado alguna vez Internet para buscar información sobre salud y el 73% de los usuarios de Internet estadounidenses adultos han buscado este tipo de información el pasado año.
Ante esta avalancha de datos lo primero que cabe preguntarnos es: ¿es este movimiento positivo? Sin duda que lo es, siempre y cuando esta necesidad de participación desemboque en una mejor asistencia sanitaria: un paciente participativo puede ser un interesante colaborador en el proceso asistencial.  ¿Se están adaptando los profesionales sanitarios a este nuevo paciente? Quizá, pero no tan rápido como se está produciendo el proceso de «empowerment». Si algunos profesionales no se adaptan más rápidamente, el cambio les acabará pasando por encima.
 

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