La doctora Amalia Arce explica en su blog lo que puede ocurrir con el abuso de analgésicos y antiinflamatorios en niños y cuenta la experiencia de una de sus guardias con intoxicaciones: Uno de ellos fue por un antihistamínico, habiendo tomado una dosis bajita y sin desarrollar síntomas, mientras que el otro en cambio tuvo a bien meterse entre pecho y espalda una botellita entera de paracetamol de 60 mililitros, lo cual para su peso y mini-estatura fue toda una temeridad.
Y aparte, costoso de creer, con lo amargo que es el paracetamol en su versión jarabe infantil…. Pero como sobre gustos no hay nada escrito, por más que algunos pequeñajos la lían parda para tomar apenas unos mililitros de un jarabe que está dulce y es de buen sabor y que les va a mejorar sus síntomas, otros en cambio empinarán el codo con cualquier envase que tengan a su disposición, sea de cicuta, lejía o cualquier brevaje de uso cotidiano allá donde hay niños.
Así que los medicamentos de uso más habitual en la infancia son los que con más frecuencia están implicados en las intoxicaciones accidentales por fármacos en los niños, digamos paracetamol, ibuprofeno y anticatarrales varios. El paracetamol encabeza el ránking y aunque puede parecer inofensivo, a dosis generosas, te puede dejar lentamente el hígado hecho papilla y más de un niño ha resultado ser candidato a trasplante hepático después de una intoxicación por paracetamol. Cuando la ingesta ha sido excesiva y han pasado menos de 4 horas (idealmente en la primera hora) intentamos reducir su absorción con un producto que se llama carbón activado.
Posteriormente -en la mayoría de los casos- esperaremos a las 4 horas tras la ingesta, y realizaremos una analítica sanguínea donde uno de los parámetros fundamentales a valorar son los niveles de paracetamol en sangre. Se cotejan con una gráfica, conocida como nomograma de Rumack-Matthew y en función del tiempo transcurrido y la cifra, es necesario aplicar un tratamiento específico que a veces puede evitar el desastre.
Una de las medidas más frecuentes que toman muchos padres ante la fiebre, incluso con la «febrícula», es dar paracetamol e ibuprofeno. Los pediatras advierten sobre la fiebre-fobia. La fiebre es un mecanismo de defensa del organismo y cuando no es elevada ni hay otros síntomas asociados (como pérdida del conocimiento, vómitos, etc.) se debe dejar al organismo que luche contra la infección de forma natural.
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