Un reciente estudio publicado en Public Libray of Science (PLoS), realizado por el Imperial College de Londres y las universidades de Edimburgo, Escocia y de Manchester, afirma que «hay una amplia brecha entre los beneficios postulados de las llamadas tecnologías de e-Salud y sus beneficios empíricamente demostrados». El estudio asegura que todavía no se han realizado suficientes trabajos de investigación para desvelar los riesgos de estas aplicaciones y a pesar de su coste, «verdaderamente considerable», aún no se ha demostrado su efectividad. Los autores afirman que la evidencia sobre los beneficios de la e-Salud es «débil e inconsistente» y además hay pruebas «insustanciales» de que realmente sean rentables. El estudio afirma que estas tecnologías crean dependencia para el personal sanitario a la hora de establecer diagnósticos.
Sorprende el escepticismo manifestado por estos investigadores ante las nuevas tecnologías de la Información y las comunicaciones, que abren un amplio abanico de posibilidades para mejorar los procesos relacionados con la Sanidad. Toda promoción es poca para tecnologías cuyo objetivo es mejorar los procesos asistenciales, los mecanismos de comunicación y seguimiento así como agilizar los trámites burocráticos. Hospitales españoles como el Sant Joan de Deu o el Clínic de Barcelona ya destacan en el uso de estas tecnologías y con resultados muy positivos, según los propios interesados.
El carro del progreso no puede ni debe pararse:  la generalización de la banda ancha y la comunicación wireless, la gran implantación del móvil en la sociedad y el espectacular avance de las TIC en la capacidad de procesamiento y almacenamiento de información constituyen una oportunidad para el desarrollo de estrategias de salud y para un nuevo modelo en el sector sanitario español, que ya está en marcha.

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