La cantidad de información a la que acceden los pacientes en Internet es creciente. Rafael Olalde expone en esta presentación el problema y cómo distinguir una web de calidad de otra que no lo es.
Antes de Internet, los periodistas eran los únicos intermediarios («gatekeepers») entre el paciente y el profesional de la salud fuera de la consulta. Hoy nos encontramos con que todos los actores sanitarios: pacientes, cuidadores, profesionales de la salud, gestores, laboratorios, clínicas, etc., comparten información en abierto. El resultado es que, a menudo, el paciente, sobre todo el neófito o agudo, desconoce qué contenidos son más fiables. Por ello ese filtro sigue siendo necesario, a través de los curadores de contenidos (periodistas u otros profesionales de dedicados a la divulgación). Como ocurre con las noticias, el médico puede ser la fuente de información o convertirse en un contraste científico de la fuente pero su labor principal es el acto médico, no divulgar.
La salud 2.0 nos enseña que todos los actores pueden (y deben) participar en la conversación y contribuir a que el mensaje sea veraz, comprensible y relevante para el paciente, cada uno desde su papel o conocimiento.
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