La comunicación sobre el coronavirus ha estado repleta de errores que han favorecido los bulos y perjudicado el seguimiento de las medidas recomendadas de prevención. Para que no ocurra lo mismo con las vacunas contra el Covid-19 es necesaria una comunicación eficaz, transparente, divulgativa y basada en la ciencia.
Las vacunas de Covid-19 están cada día en todos los medios de comunicación pero, a pesar de ello, siguen rodeadas de bulos y sospechas de ser peligrosas. El barómetro del CIS revela que algo más de la mitad de los españoles, un 55,2 por ciento, prefiere esperar a conocer los efectos de la vacuna contra el coronavirus antes de vacunarse frente al 32,5 por ciento que sí se la administraría inmediatamente. No es probable que haya muchos que se crean a Miguel Bosé, cuando habla de una conspiración en la que están detrás la fundación GAVI, Bill Gates y la tecnología 5G. Sin embargo, las redes sociales están saturadas de antivacunas y escépticos que consideran que las vacunas se han aprobado demasiado rápido para ser seguras. Para responder a las dudas, el Ministerio de Sanidad, ha elaborado un documento de preguntas y respuestas, en el que ha colaborado el Instituto #SaludsinBulos, una iniciativa de la agencia COM Salud y la Asociación de Innovadores en eSalud.
No obstante, hace falta una estrategia coordinada de comunicación al paciente sobre vacunas del Covid-19 que ayude a despejar las dudas, frenar los bulos y conseguir las mayores tasas de vacunación posibles.
¿Cómo es una comunicación eficaz sobre las vacunas?
Transparente
Toda la información disponible debe darse a conocer con transparencia y rapidez para evitar especulaciones y fomentar la confianza: cuántas dosis llegan a cada comunidad, cómo se repartirán, etc. Se trata de evitar los errores de cifras manipuladas de incidencia o de tests que hemos vivido.
Apolítica
La Administración no puede acaparar todo el protagonismo de esta campaña de vacunación, pues puede parecer oportunismo y volverse en su contra. Así ha ocurrido con las fotos de los palés de vacunas, que traían unos logotipos gigantes del Gobierno.
Proactiva
Debe informarse de manera proactiva sobre riesgos adversos que cada vacuna ha presentado, incluso los más leves; cuáles podrían esperarse, e incluso dar las claves de qué cómo podría sospecharse que es un efecto secundario. El objetivo es que no sea noticia cualquier síntoma que le suceda a un sujeto vacunado, aunque no tenga relación con la vacuna, como ya ha ocurrido.
Multimedia
Para que el mecanismo de acción de las vacunas se comprenda es importante utilizar materiales multimedia como vídeos e infografías. La ausencia de materiales multimedia por las autoridades sanitarias en las primeras fases de la pandemia hizo que circularan muchas infografías falsas de mecanismos de transmisión.
Colaborativa
El funcionamiento de las vacunas debe ser claro, sencillo, como han demostrado los divulgadores sanitarios en redes sociales durante la pandemia. Para divulgar las ventajas de las vacunas sería bueno pedirles apoyo y escucharlos (y no sólo reunir a unos pocos en una videoconferencia como se intentó con RadarCovid). Por supuesto, también a las sociedades científicas, organizaciones de profesionales sanitarios y asociaciones de pacientes.
Humana
Hay que poner cara y dar voz a los vacunados reales, lo que en comunicación se llama «color», para crear cercanía y seguridad a la población. Eso sí, sin caer en el show ni convertir la anécdota de los datos de los primeros individuos vacunados en noticia destacada, como ha ocurrido.
Abierta
Es imprescindible tener canales abiertos donde la ciudadanía, e incluso los profesionales sanitarios, puedan realizar preguntas y resolver todas las dudas que se generan y resolver posibles bulos. La labor contra los bulos de las vacunas que realizamos desde el Instituto #SaludsinBulos, organizaciones de verificación, sociedades científicas y colegios profesionales no pueden suplir la que deberían encabezar las autoridades sanitarias, con diálogos en líneas telefónicas, redes sociales y chatbots.
Monitorizada
Para saber si una acción comunicativa es eficaz o no hay que medirla, saber quiénes han interaccionado con ella, qué repercusión ha tenido, con qué mensajes y canales. En el caso de los bulos es clave disponer de herramientas de monitorización que nos permitan saber quién los está difundiendo, con quiénes se relacionan y en qué se basan. Ése fue uno de los proyectos que se presentaron en el pasado Hackathon Salud celebrado el pasado mes de noviembre. Sólo hace falta recoger el guante.